La ciberseguridad ha sido siempre parte de nuestras organizaciones, ha sido una batalla interminable a lo largo del tiempo, pero su transformación se está haciendo cada vez más acelerada e inevitable debido a la proliferación de recursos tecnológicos necesarios para administrar los negocios, generar nuevos productos, soportar los nuevos esquemas de trabajo, mejorar la experiencia del cliente y aumentar el valor en el mercado.
Esta tecnología crea nuevos riesgos y vulnerabilidades que están siendo aprovechadas por personas malintencionadas que se han convertido también en organizaciones con altas tecnologías y mecanismos de primer nivel que integran inteligencia artificial y aprendizaje automatizado.
Estamos creando una dependencia con la tecnología y los servicios informáticos que está llevando a los negocios a tener brechas de seguridad que hace unos años no existían, sobre todo con la llegada de los servicios en la nube, teléfonos inteligentes, internet de las cosas e inteligencia artificial.
El alcance de las amenazas está en constante crecimiento y las organizaciones no están exentas. Los riesgos a los que estamos expuestos impactan a las pequeñas, medianas y grandes organizaciones de forma similar sin importar la industria en la que se encuentren.
Es por ello, que no contar con una estrategia de seguridad cibernética acorde a su tamaño o industria evita que puedan controlar o mitigar los riesgos a los nos enfrentamos, siendo un objetivo fácil para aquellas organizaciones malintencionadas que esperan con ansias la oportunidad de afectar el negocio.